Por Aurora Suárez
Ya no es extraño en Nicaragua, que los gobiernos y sus integrantes se vean envueltos en casos de corrupción. Se podría hasta realizar una tipología “corrupcional” por cada una de las experiencias vividas en cada uno de ellos y los aprendizajes obtenidos para sacar un diplomado en “delincuente de cuello blanco” (delitos cometidos por personas de elevado status socio-económico en el marco de su profesión, y por lo tanto, frecuentemente expuesto a un sistema de inmunidades y criminalización selectiva), a como los denomina Sutherland.
No es necesario ser inteligente o ilustrado para comprender algunas causales de la pobreza, entre otras: el estatismo y la corrupción de los gobiernos, quienes hasta el momento solo han manejado discursos (similares al de Bolaños) de lucha en contra de la corrupción. Datos nos indican por ejemplo, que el gasto gubernamental para adquisiciones en todo el mundo es de 3,5 billones de dólares y de esos, alrededor (cálculo bajo) de 400.000 millones se fugan en gastos en soborno (OCED, 2006). Además, podríamos calificar a la corrupción como la “hija mayor de la democracia” o ¿acaso no sabemos de dónde proviene el financiamiento de las actividades políticas de los partidos? La simetría entre
Pero el “meollo” de este artículo es la declaración del Señor Bolaños respecto al hecho delictivo cometido por el Director del INEC, Néstor Delgadillo (El Súper Condorito Nica). Bolaños, institucionalizó antes de dejar el Gobierno una cultura de impunidad, da carta blanca a otros actos de corrupción inscritos como el anterior. Abona al hecho de corrupción con frases como: No robó el dinero, lo prestó, no ha cometido ningún delito…pagará lo que tomó¡¡
Su discurso justificador es correlativo a una política de ocultamiento mantenida a lo largo del período de este gobierno. Por ello, no es de extrañarse que las diversas instituciones en las últimas semanas, se han convertido en fascinantes cajas de Pandora. Y, paradójicamente las dependencias públicas del gobierno, son miembros de
Este comportamiento corrupto y de descomunal irrespeto a los y las nicaragüenses, en especial al desempleado, al que tiene un sueldo mísero, a los sin salud, ni educación… entre tantas montones de cosas de las que carecemos, obedece al amplio margen de impunidad parido por el sistema, donde pareciese no importar ser descubiertos en actos corruptos, punibles… y la sanción penal, convertida en sutilezas, dulzuras, en un sueño encantador.
El círculo vicioso de la corrupción crece a pasos agigantados y se instituye. No funciona ni el recurso judicial (veamos pues a Alemán, otro para los casos Ripley), ni el político (ya ni por hipocresía poderial se menciona el elemento sancionatorio). Resulta, todo esto nauseabundo.
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