Comparto con Ustedes esta publicación aparecida el día de hoy en el diario mexicano "La Jornada".
Intelectuales inútiles
Por Hermann Bellinghausen
n este México donde tantas devaluaciones se suceden, cada día se devalúan más los intelectuales. Un síntoma preocupante, habida cuenta de que son indispensables para la cultura, la libertad de pensamiento y la sanidad social. Durante la segunda mitad del siglo XX devino automático, incluso en el imaginario popular, asociar intelectuales e izquierda. Sucedió en muchas partes del mundo, pero aquí ya venía ocurriendo como producto de la Revolución y las políticas populares y populistas del Estado.
Tal vez era en parte infundado, pero en parte no. Desde el exilio español de los años 30, nuestro país fue inyectado por excelentes intelectuales progresistas, artistas, académicos y traductores; fue profundo el estímulo de la revolución cubana, y nada desdeñable la inserción en nuestra vida intelectual y científica de los exilios chileno, argentino y uruguayo en los años 70 y 80 del siglo pasado.
Hoy la figura del intelectual ostenta un cómodo "prestigio" entre los poderes y las elites. De ahí su desprestigio y falta de valor. Antes, un "intelectual de derecha" era rara avis, se le cultivaba y sobrevaloraba (Carlos Castillo Peraza fue un ejemplo), y servía como prueba de "pluralidad" en un periodo, el salinista, que siendo ilegítimo abrió juego a la Iglesia católica, al capital foráneo, y hubo empresarios beneficiados que se animaron a "escribir", como si fueran intelectuales, sin serlo. El único intelectual importante de la derecha sigue siendo el poeta Gabriel Zaid, heredero a su modo de los Contemporáneos y el Octavio Paz tardío.
No obstante, ahora la idea del intelectual es de derecha. Los que fueron de izquierda, notoriamente los excomunistas y sesentayocheros, se esmeran en demostrar que ya no, nadita. O que su onda es "civilizada". ("Yo siempre dije que Stalin era ojete".)
Los que requieren hoy un adjetivo que los dispense son los de izquierda, o progresistas. Así hay que referirse a los decanos del pensamiento crítico Pablo González Casanova, Luis Villoro, José Emilio Pacheco, Carlos Monsivaís, Gustavo Esteva, Juan Bañuelos, Adolfo Gilly, o sus pocos pupilos, para colmo rebeldes e inclasificables, como el polígrafo Carlos Montemayor, el subcomandante Marcos o el poeta Javier Sicilia.
La intelectualidad está congelada, aunque parezca lo contrario merced a su vistosa carrera curricular o mediática para ser financiados y promovidos. También del salinismo datan los sistemas nacionales de creadores e investigadores y las becas a "jóvenes". Súmense las largas residencias en universidades estadunidenses, los premios anuales que se cuentan por decenas y permiten una mascarada de "vida cultural" que el sistema ya desmanteló por la raíz. Quedan las ramas mustias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario