Viajando un poco
Aún disuelta en el Universo para descender como polvo de estrellas sobre
mis andares en lo terrenal, ocurrencia la mía hoy lunes, entramparme entre
recuerdos que me llevan a "El Principito".
Y no sé por qué en los
momentos de nulidad emocional cuando el aire pesa más que yo misma; me
"hala", lo busco y releo. Hasta construyo una hipotética biografía de Antoine de Saint-Exupéry. Lo siento como el niño que se mece incansablemente en un columpio
hasta casi desprenderlo para alcanzar mariposas con manos torpemente
mágicas. Aunque, en la negación de la naturaleza, abraza el conflicto
expresado en el desarraigo existente desde
donde penden frágiles las ilusiones,sueños y deseos. :Es el adulto perseguido y reclamado por su niño interior.
Siempre centro mis ojos como flechas el Capitulo XXI del
libro, con el que he mantenido a lo largo de muchos años, algo así como
una relación platónica: Me siento pisando descalza las
huellas de la historia; el encuentro con el zorro, el sentido
y significado de la domesticación, y el secreto compartido.
El principito se fue a
ver las rosas a las que dijo:
—No son nada, ni en nada
se parecen a mi rosa. Nadie las ha domesticado ni ustedes han domesticado a
nadie. Son como el zorro era antes, que en nada se diferenciaba de otros cien
mil zorros. Pero yo le hice mi amigo y ahora es único en el mundo.....
—Adiós —dijo el zorro—.
He aquí mi secreto, que no puede ser más simple: sólo con el corazón se
puede ver bien; lo esencial es invisible para los ojos.
Y como buena ser humana
de este mundo "possss" nada nuevo se me viene para crear, mas bien le
asigno dosis de refresh a la metafísica y simbolismo
condensado en este capitulo. No importan los medios, interesa el fin: ser
reconocido por los demás, "quien soy", para "ser" esa
perfecta ilusión exterior que envuelve la telaraña del ego. Un montón de
"comas" perdidas, fondos rotos, palabras huecas e innecesarias
razones sin sentido. Una levedad asfixiante que si fuese de color, seria verde.
El
Principito es un fenómeno sin parangón. Quizás,
algún rascacielos Newyorkino (donde lo escribió) le fue de
inspiración a Saint-Exupéry para construir un pequeño mundo en
un Asteroide...Sea lo que fuera, es sin duda un libro mágico, un mito literario
y filosófico. Y mientras exista, siempre inventare motivos para atornillar
nuevamente alguna pieza suelta en mi corazón.
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