Al abrir las páginas de opinión en los diarios hoy, premeditamente hice una apuesta conmigo misma; todo viene sobre las torres gemelas y nada del Golpe Militar en Chile ocurrido hace 33 años. Recordé una escena familiar vivida muy similar a las películas alusivas a segunda guerra mundial: alrededor de un radio, todos juntos formando un anillo de silencio con las miradas sin fin y labios mordisqueados, escuchando los últimos acontecimientos, solo que en este caso, escuchábamos las últimas palabras de Salvador Allende, el “compañero Presidente” como era llamado cariñosamente por el pueblo chileno y todos aquellos que le apoyaban desde fuera. El golpe militar al Gobierno de
Pese a convivir con una dictadura del mismo corte de Pinochet a esa edad, nunca imaginé la barbarie que sucedió a este hecho y se prolongó como un invierno sin fin: casa por casa, persona por persona, libro por libro… todo fue procesado por la maquinaria fascista chilena.
Se han escrito innumerables libros, artículos, ensayos entre otros, procurando formular respuestas a este hecho: lo que se debió hacer y no hacer, como siempre, no faltan los pollitos intelectuales. Realmente, no somos quiénes para juzgar el proceder de Salvador Allende en ese determinado escenario, más bien, nadaba entre dos aguas: un sector de
Era leer la crónica de una muerte anunciada. No en vano previo al traspaso de poder de Eduardo Frei a Allende, un grupo de paramilitares derechistas apoyados por algunos militares y
A diferencia del resto de los otros países latinoamericanos que se desangraban – optando por la vía armada - para la toma del poder (Argentina, Uruguay, Colombia, Guatemala y…¡nosotros mismos¡), el Gobierno de
En Chile, se respiraba aire libre, florecieron las producciones intelectuales y artísticas, los beneficios sociales se elevaron, los revolucionarios y “progresistas” (una forma educada de llamar a los socialdemócratas) se juntaron para vivir este proceso, la multiculturalidad latinoamericana participó del mejor laboratorio político del siglo XX, entre otras tantas cosas. Sobretodo, se respetaron las normas institucionales, muy de la cultura política chilena (por ello, no era permitido eliminar las fuerzas armadas), pero esta cultura política, derivada de todo un proceso de “domesticación” (e inventada por una Convergencia Política), no sirvió de mucho para la consecución del proyecto político de
Las medidas de corte económico tomadas por
Es decir, el imaginario construido de la famosa, respetada y conocida cultura política chilena, se derrumbó con el golpe de estado como las Torres Gemelas de hace cinco años en New York. Saborearon la medicina amarga suministrada desde el poder. Se rompió la “constitucionalidad”. Significó, la exclusión de los todos los sectores de la lucha política y aniquilación de los movimientos revolucionarios: amordazar las bocas y atar las manos y pies del pueblo chileno para garantizar el neoliberalismo. Sin embargo, la verdadera cultura chilena tiene sus auténticas raíces en las protestas, tomas, huelgas que quedaron en el sigilo, tragadas por la tierra, recordada en canciones como la “Cantata de Santa María de Iquique” y durante la dictadura pinochetista vivió en los “tira-bombas”, ingenieros empíricos de “trampas vietnamitas”, asalta bancos etc., que constituyeron la minoría inmensa incrédula de las farsas de la democracia en que cayó una parte del pueblo chileno.
En América Latina, hasta ese momento no se había registrado un fenómeno migratorio de tal magnitud como el éxodo masivo del pueblo chileno producto del golpe militar. Ellos huían de ser perseguidos, asesinados, desaparecidos, encarcelados, torturados, mutilados… todo aquello que marcó a ese pueblo durante 17 años. La única puerta de salida: el exilio.
Claro está, que en esa estampida salieron moros y cristianos. Me atrevería a asegurar que en todas las latitudes del planeta había más de algún chileno o chilena. Se victimizó por doquier al pueblo chileno y con justa razón. Muchos de ellos continuaron desde afuera la lucha en sus diversas modalidades, otros se fueron acomodando en buenos puestos en diversos organismos y entidades y muchos quedaron atrapados en el gran túnel sin salida en que se convirtió Chile durante los años de la dictadura pinochetista, una de las más crueles y sangrientas en la historia latinoamericana.
Muchos cantaron su amor a la patria desde las cárceles, desde el exilio, desde la clandestinidad, desde el cielo…con un fusil o con su voz. Mientras, todos esos maravillosos organismos internacionales creados para la paz y defensa de los derechos humanos, quedaron en proclamas, denuncias y todos esos inventos fabricados que alimentan a los sistemas y las ilusiones de las personas. La carnicería culminó en 1989, con el proceso de “transición hacia la democracia” (y, les informo, que aún hay presos políticos en Chile).
En esta ocasión, no se le llamó “Convergencia” sino “Concertación”. Esta alianza representada por los partidos; Socialista, Democracia Cristiana, Por la democracia, los radicales y los socialdemócratas, es quien toma la riendas de Chile desde finales de la década de los ochenta hasta nuestros días…llevando al poder a Patricio Aylwin (1990-1994), luego al demócrata-cristiano Eduardo Frei (1994-2000), después al socialista Ricardo Lagos (2000-2006) y actualmente a Michelle Bachelet, de la misma denominación partidaria de su antecesor. Todos zorros de un mismo piñal.
Pero bueno ¿qué ha pasado en estos 16 años de democracia? En principio, todos esos Gobiernos – incluyendo el actual - han legitimado las políticas neoliberales, heredadas de la dictadura pinochetista. Chile tiene un modelo económico neoliberal exitoso y además, es una de las economías más saludables del mundo (el único modelito que les funcionó en América Latina al BM y FMI): el PNB creció a un promedio de 6% anual en los noventa.
Pese a lo anterior, esta prosperidad económica ha marcado profundas brechas en la distribución del ingreso y por ende, en la sociedad. De acuerdo a un informe de Naciones Unidas, Chile es uno de los países con peor distribución del ingreso del mundo: el 20% más rico se lleva el 62.2% de los ingresos del país; el 20% más pobre, el 3.3%.; el 10% más rico, posee el 47% de los ingresos, frente al 1.2% de los ingresos para el 10% más pobre. El 20% más rico gana 18.7 veces más ingreso que el 20% más pobre, lo que sitúa al país al nivel de Paraguay, Honduras, Zambia y otros países africanos. Diversos sectores políticos, económicos y sociales (entre ellos
Un dato interesante, es que la empresa privada, tanto nacional como extranjera, posee en sus manos el poder de decisión (privatización de servicios, como el agua potable y la construcción de carreteras; la banca, las minas) que es apoyado totalmente por
Políticamente, existe control, represión e invalidación hacia sectores organizados o no, que se resisten a ser “domesticados” por el poder mediante instrumentos jurídicos-legales y preventivos como
Actualmente, varios sectores “exógenos al poder” han descalificado el nombramiento de algunos ministros del gabinete de
Con todo aquello que no se dice,
3 comentarios:
Gracias Aurorita, me econtó de tu blog el Carlos, estamos en lo que estamos, y las estrellas van a volver a encenderse Siempre con vos hermana
Aurora - me gustó tu blog (como otros también me gustaron), es cierto, pasa al olvido todo eso - y no es nada para olvidar! Acá casi no llegan noticias, mas todavía me asustan y asombras tus datos tristes y desesperantes!
Un abrazo,
Sonia
Sonia, a veces somos los últimos en darnos cuenta que pasa en nuestra "casa", pero así son las cosas y ya ves los resultados a estas alturas del campeonato...Un abrazo, Aurora
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