La
tristeza no está mal. El miedo no está mal. La confusión no está mal. Nuestro
dolor no está mal.
Resistirnos a
nuestro dolor es lo que hace que parezca que algo está equivocado. Y sin
embargo, hay aquí una verdad más profunda para aquellos que estén abiertos:
¡Incluso
nuestra resistencia ante el dolor no está mal! ¡Si es lo que está surgiendo en
el momento, no puede estar equivocada! ¡Es una expresión de vida completamente
válida, vital y presente!
Más allá de
lo ‘correcto’ y lo ‘equivocado’, hay un amor incondicional que incluso abraza
nuestro momento presente de resistencia. Hay un Ahora que es inmensidad y
perdón.
Al final,
incluso ‘resistencia’ es sólo otro concepto. Otro juicio. Otra forma de
hacernos creer que estamos equivocados.
“RESISTENCIA:
MALO. ACEPTACIÓN: BUENO “. Esto fue lo que aprendimos.
Pero en
realidad nunca nos ‘resistimos’ a nuestro dolor (así como tampoco lo
‘aceptamos’ realmente). Simplemente nunca aprendimos cómo ESTAR con él, eso es
todo. Cómo sentarnos con él. Quedarnos con él. Tomarnos una taza de té con él.
Verlo como un muy querido amigo que ha venido a casa, a esta inmensidad.
Nuestra
ignorancia es nuestra inocencia. En lugar de ‘resistencia’, hablemos de nuestra
inocencia, o de nuestro no-saber. Permitámonos ser más bondadosos con nosotros
mismos.
Considerando
por lo que hemos pasado, lo estamos haciendo bastante bien.
Nuestro dolor
no es una equivocación. Es una invitación. Una enseñanza muy antigua.
Universal. Libre…
Invitándonos
a acercarnos un poco más…
Cayendo a
través de todas las capas que alguna vez imaginamos…
Hacia el gran
misterio.