Por Aurora Suárez
Escuchando la radionovela cultural “El vuelo del cisne”, transmitida por Radio Sandino en horarios de 5:00 am con repetición a las 8: 45 pm bajo el auspicio del Banco Central de Nicaragua (BCN), que trata sobre la vida del poeta Rubén Darío, pude identificar un fenómeno que tarde o temprano detonaría: la nueva estrategia de la cultura de élite.
Todo parece indicar, que este replanteamiento surge para reposicionarse a través de sus propios adversarios que la arrinconaron: los medios de masas, para este caso, la radio. El anudamiento y la revolcadera, como esas serpientes de distintos géneros cuando las juntan, de las escuelas de Frankfurt, Birmingham, Chicago y las teorías Latinoamericanas del receptor, están en una nueva ronda de combate.
No sé por qué, al escuchar el programa en un primer momento, me produjo una sensación de un híbrido entre la cultura elite y la cultura de masas El rejuego de fondo musical de orquesta de cámara, polkas y mazurcas para amenizar la narración del ambiente nicaragüense de la época, alternándose entre ambientes rurales o premodernos (siendo el contexto esencialmente citadino), la inserción de expresiones cultas y latinismos con el léxico popular y la cadencia del acento campesino de la Nicaragua agraria de finales del siglo XIX.
En esta radionovela se revelan dos géneros distintos que se mueven con un conjunto de reglas propias, en “reinos” separados hasta hace poco y que hoy se abrazan: la cultura de élite y la de masas. Ciertamente, es perceptible la colonización de la una por la otra, e innegable que la cultura de élite ha sido arrinconada por la cultura de masas por un lado y, por el otro, la cultura popular fue totalmente subsumida por la de masas (el vallenato, el merengue, el rap, el regaetton, ya no pueden ser populares o regionales, porque inmediatamente las universalizan las industrias culturales). Y de aquí la relación de fuerzas claras a favor de la cultura de masas y su triunfo como colonizadora y madre adoptiva de las culturas restantes.
El profesor y poeta Guillermo Rothschuh Tablada ya advertía cómo a comienzos de la década de los ochenta polemizando contra algunos sandinistas, la alternativa clara entre la cultura popular (confundida como revolucionaria en aquella época) y la de élite: la cultura de masas, decía, la rebajamos halagando el atraso y el mal gusto o la refinamos, educándola. O nos hundimos, adaptándonos a ella; o la subimos hasta el nivel de los letrados.
El tiempo ha hecho más compleja esta elección. No se trata de establecer cuál es la mejor, sino cuáles son los efectos que produce y genera los imaginarios más fuertes de la mayoría. Sabemos que Rubén Darío estaba claro de sus manos de Marqués y también que indefectiblemente tendría que llegar a las mayorías. Desde el punto de vista de la cultura letrada, lo mejor que nos puede pasar es que una buena parte de nosotros, nos parezcamos, aunque sea de lejos al súper canon.
Desde los estudios culturales, lo interesante es identificar cómo la cultura de élite está buscando actualmente abrirse brechas con nuevas tácticas a través de los medios de masas (como Discovery Channel en la televisión, la música clásica en los tonos de celulares, los libros serios en la Internet, la adaptación de obras notables al cine, la radio culta, entre otros) para continuar subyugando las otras culturas aunque, es reconocible su avance ante su predecible derrota.
Si alguna institución del Estado realmente está promoviendo este avance ¡bienvenida sea la iniciativa¡ Sin embargo, no hay que hacer de la cultura de élite la panacea de los males de una sociedad.