Asteroide B612

Soy un montón de cosas, parte de este Universo y como tal, parte de ustedes y viceversa. Un poco de socióloga,filósofa, escritora, poeta, pintora. Soy humana y toda la dimensión que implica esa palabra.

martes, 20 de agosto de 2013

No necesito título. Hoy es 20 de agosto



HOY ES 20 DE AGOSTO, un año más visitando planetas
buscando como ubicarme para ver la salida de la luna y qué estrellas le acompañan

Un año más
para coleccionar imágenes
esconder las lágrimas
caminar sobre aceras quebradizas
sin poder robar aire al viento.

Caminar
buscando tus ojos de niño triste
tu sonrisa de adolescente feliz
tu cabello de charol negro. 

Buscando tus olores
a piel viva, de manantial.
Tu sexo encendido en las noches impregnadas de jazmín
desnudos como frutas del verano, sin cascaras, ni piel

Piel fundida
en un jugo
elixir de la saciedad eterna
sin pasado
sin presente
sin futuro

Solo voy y yo, jugando a las escondidas entre las estrellas ,
corriendo como cometas
para hacer del espacio
el nuevo hogar que nos espera, algún día..


Aurora Suárez.

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Todos mis barquitos de papel naufragaron,
ahora
lanzo avioncitos para enviarte este beso 
este beso que abandone en una escalera
esperando para la eternidad.

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Nadie podrá comprender jamás, nuestro lenguaje:
Una rosa amarilla, una canción y un conejo.

Aurora Suárez.





El principito, ¿un iniciado?: claves esotéricas en la obra de Saint-Exúpery

Una persona especial - conocedora de mi admiración  y valor asignado sobre este maravilloso libro de mi parte, me envió este reportaje interesante que encontró en una de esas tantas "nubes" imaginarias cargadas de todos tipo de pensamientos, al igual que los planetas que visitó El Principito...
El principito, ¿un iniciado?: claves esotéricas en la obra de Saint-Exúpery
El piloto y escritor Antoine de Saint-Exúpery, autor de uno de los best-sellers más exitosos de la historia de la literatura, no sólo escribió un inocente cuento infantil, en él quiso reflejar un complejo mundo de símbolos. Por otra parte, el paralelismo existente entre sus libros y su vida es tan enigmático como su propia muerte.
“Será aviador y un escritor famoso, pero aléjese del mar y, a partir de los cuarenta años, desconfíe de los aviones que usted pilote”, vaticinó la pitonisa madame Pikomensmas a Antoine de Saint–Exúpery años antes de la desaparición del piloto y escritor, el 31 de julio de 1944. ¿Una premonición o una nueva conjetura acerca de su muerte?

En abril de 2004, se encontraron al este de la isla de Riou (un islote situado al sudeste de Francia, entre Marsella y Córcega), partes del Lightning P38 con el que despegó por última vez el autor de uno de los libros más afamados de la historia, El principito.

Poco podía imaginarse Varrell, un submarinista profesional, que encontraría los restos del avión en el que había perdido la vida Saint-Exúpery. Éstos se hallaban muy cerca del lugar donde años atrás había aparecido una pulsera con el nombre de Antoine y Consuelo (su mujer).

Este nuevo hallazgo ha vuelto a desempolvar los viejos interrogantes sobre el misterio de su enigmática desaparición. Pero, ¿qué le ocurrió realmente al autor de El principito? ¿Fue abatido por la artillería alemana en pleno vuelo? ¿Sufrió algún percance físico grave mientras pilotaba? ¿Tuvo un problema mecánico su avión? ¿Fue víctima de un atentado? O... ¿Quizás se suicidó? Lo ignoramos y quizá nunca lleguemos a saber qué sucedió realmente.

Un misterio en el cieloDe hecho, Patrick Granjean, jefe del Departamento de Investigaciones Arqueológicas Submarinas (DRASSM), cuando fue interrogado sobre esta cuestión, declaró que: “No se sabe por qué ocurrió y, probablemente, no lo sabremos jamás”.

Lo cierto es que la versión oficial explica que Saint-Exúpery salió de la isla de Córcega en misión de reconocimiento, con el fin de preparar el desembarco aliado en Provenza, pero... jamás regresó. El misterio siempre rodeará al autor de El principito, el tercer libro con más traducciones de la historia después de la Biblia y de El Capital, de Karl Marx.

Si misteriosa es la muerte de Saint-Exúpery, más aún lo es su propia existencia... Fue un hombre que vivió la doble aventura de escribir en el aire y de viajar en el papel, resultando extremadamente complicado separar vida y obra.

Desde El aviador, su primer trabajo impreso, hasta Ciudadela, una obra publicada después de su muerte, todo en Saint-Exúpery parece una mezcla de ficción y experiencia vital, como si de una sola cosa se tratara. Tanto es así, que incluso su final coincide con varios episodios reflejados en sus libros, especialmente con un capítulo de su obra Vuelo nocturno, en el cual el protagonista, un piloto, desaparece durante un vuelo sin dejar ningún rastro.

En el mismo libro describe la filosofía del piloto de esta manera: “Subió sorteando mejor los remolinos, gracias a los hitos que ofrecían las estrellas, cuyo pálido imán lo atraía. Había penado tanto en persecución de una luz, que no hubiera rechazado ni la más confusa. Afortunado con un simple farol de albergue, hubiera dado vueltas hasta la muerte alrededor de ese signo del cual estaba sediento. Y he aquí que ascendía hasta campos de luz”. Se trata, sin duda, de una descripción que podría encajar perfectamente con él mismo...

Conocimiento esotéricoUn colega de Saint-Exúpery, Jules Roy, le describiría diciendo de él que “era uno de esos hombres que creía en la virtud de las palabras, sólo si con ellas se comprometía la propia vida”. Y fue eso lo que trató de hacer Saint-Exúpery.

Todo lo que envuelve a este famoso escritor, y no menos reconocido piloto, posee tintes esotéricos. Su obra pretende desvelar aquello que está escondido bajo las formas de la Naturaleza, un conocimiento iniciático que pone de relieve que “lo esencial es invisible a los ojos”. Intenta transmitirnos que la importancia de las cosas radica más allá de la belleza externa y baldía.

Sin embargo, no se refiere a una enseñanza generalizada, parece indicar que no todos podemos seguir sus pasos. Hay “ciegos de corazón” que niegan todo aquello que no son capaces de percibir, transformándose en personas que no pueden comprender. Y en ese camino iniciático, con sus “recuerdos de etapas, de esfuerzos, y sacrificios”, utiliza constantemente el arte de la simbología. El principito, por ejemplo, esconde complejos símbolos enmascarados en un aparente e inocente libro para niños. Sin embargo, casi todos aquellos que han estudiado la obra de Saint-Exúpery coinciden en que El principito, en absoluto, puede ser calificado como un libro infantil. (Ver recuadro.)

Emplea también metáforas, tales como “el pozo del desierto”, que gozan de una invisible belleza, etérea a los ojos, pero que tocan el corazón y que revelan, finalmente, la unión de las cosas. Para él: “Los objetos están vacíos y muertos si no son parte de un reino espiritual […]. Lo esencial del cirio no es la vela que deja trazos, sino la luz […]. Los sedentarios de corazón que no intercambian nada, se convierten en nada”.

Podría decirse de él que era un guru que proclamaba que la verdadera enseñanza no consiste en hablar sino en “guiar”. Un maestro que tenía claro el sentido de la vida y que creía que todos nuestros pasos esconden un significado. Tanto es así que controló cada movimiento que realizó en su vida, y eso podría hacer que nos planteemos si también tuvo control... sobre su muerte.

Lo cierto es que Saint-Exúpery había llegado a una edad en que su vida como piloto estaba a punto de tocar a su fin. Era demasiado mayor para continuar en ello y, a pesar de algunos accidentes sufridos, no quería dejar el oficio de aviador, sin el cual –llegó a afirmar– su vida no tendría sentido.

Todo ello, unido a un desaliento vital a causa de la decepción que le había transmitido la especie humana (hay que recordar que vivió dos guerras mundiales y una guerra civil), hace pensar que su desaparición no fue tan fortuita como se pretende.

El 30 de julio de 1944, un día antes de su muerte, el escritor-piloto fue a la playa y –según el testimonio de una joven del lugar que se encontró con él– sentenció: “Ven a darte un baño conmigo. Nunca sabes qué puede pasar, tal vez no esté aquí mañana”.

Pero, incluso el mismo día del accidente que le costó la vida, antes de despegar, dejó escrito en su mesa de trabajo: “Si me derriban no extrañaré nada. El hormiguero del futuro me asusta y odio su virtud robótica. Yo nací para jardinero. Me despido. Antoine de Saint-Exupéry”. ¿Intuyó, de alguna manera, que su vuelo sería el último? ¿Eran unas palabras premeditadas ante una decisión ya tomada? O, tal vez, ¿una premonición reflejo de lo que acontecería después? Curiosamente, al igual que el personaje de El principito, un ser llegado de un misterioso asteroide llamado B612, que contempló 43 puestas de sol, Saint-Exúpery sólo vivió 43 años y un mes. Desapareció, al igual que su personaje, sin dejar señal alguna, siguiendo el rastro de las estrellas. Todos estos interrogantes siempre permanecerán en el aire. Pero, lo cierto es que dejó en cada uno de sus lectores lo mejor de sí mismo, aumentando el nivel de consciencia... por si algún día El principito decide regresar a nuestro planeta, que encuentre un mundo mejor.